miércoles, 13 de febrero de 2008

To blog, or not to blog, that is the question. (Whether 'tis blogger in the mind to suffer)

Tras mucho pensarlo he decidido comenzar mi blog; en realidad es mi segundo intento, el primero fué un debut y despedida, con una sola entrada despotricando sobre la iglesia y el papado cuando murio Don Karol en el 2005, pero eso no es lo importante. La cuestión aquí es sobre el ejercicio del "blogueo”. ¿Por qué debería de hacerlo?, ¿para qué quiero que me lean?, incluso, ¿acaso espero que alguien lo haga?, o ¿quién soy yo para creer merecer asiduos lectores?.

No hace mucho conocí a alguien que me hizo retomar el interés por estas cuestiones; me internó en un submundo al que yo sólo había visto como parte del fenómeno de la cibercultura, del cual no tenía mayor interés en profunzidar. -¡No puedo creer que no tengas uno!, me dijo un día. Su blog y el mio no comparten nada en absoluto; pero me hizo pensar mucho al respecto. ¿Cuantos millones de blogs habrá hasta el día de hoy que posteo por primera vez?, si tener un blog parece ser tan común y sencillo, ¿por qué a mi me cuesta tanto trabajo?. Es gracioso, creo que se debe a que todo me lo tomo muy en serio. Mi respeto por las letras es muy grande, su buen manejo es todo un arte, y por lo mismo un uso mediocre de las mismas me parece ofensivo.

Creo que lo comparo con el ejercicio de la pintura (que es la única forma de catársis que conozco); enfrentarse ante un lienzo en blanco puede ser algo sumamente complicado, y definir una línea y estilo propio lo es aún más; y eso no se consigue sino tras muchas y muchas pinceladas. En definitiva no podría decirle a todo el mundo

-¿Pero cómo es que no pintas?, ¡pues no!.
Pero por otro lado me olvido de su lado lúdico, y nunca hay que olvidarse que hay gente que lo hace por hobbie, otra para relajarse, otra para presumirle a sus amigas en sus reuniones de los “juevecitos”, incluso otra para tener más atención por parte de su cónyugue.
No, no hay por qué adoptar una posición tan rígida.

Después de todo, ¿qué tienen de especial las vida de
Stephanie Klein, The Fat Girl from Ohio, The Carol and Steve Show, o la de Josh Leo?; al final son registros de vidas comúnes y corrientes (y literalmente unas más comúnes, y otras más corrientes). Pues eso, mi vida también lo es.

Así que tras darle muchas vueltas para encontrar mi propia razón, llegué a una conclusión; y lo mio será como un acto de contricción. A algunos les sienta bien un sacerdote (en lo personal paso de los curas, la verdad), algunos otros les va mejor tumbarse en un diván con el psicólogo; yo, pensándolo bien, creo que prefiero el blog.

Decía Jung que el acto de contricción es el gatillo al inicio de un cambio psicológico, ya que nada cambiará en nosotros hasta no reconocer que nuestro enemigo más siniestro está en el interior de nuestra psique.
No tengo la menor duda.


Blogear es un acto de contricción público.
De alguna manera tenemos que sacar lo que llevamos dentro, decírselo a alguien, aunque sea al random, ¿o no?.

1 comentario:

gius.ba dijo...

hello
dear pen friend

write to me

at soon Giuseppe

http://www.artmajeur.com/giuseppebagattoni/